Tres kilómetros al norte de la villa de Cariño se encuentra el cabo Ortegal, un indescriptible rincón, punto mágico y referente de todos los cariñeses.
El promontorio se erige por méritos propios en un auténtico "kilómetro 0" natural, al confluir frente a sus sobrecogedores acantilados marinos las aguas del mar Cantábrico y del océano Atlántico.
Frente al cabo Ortegal emergen de las aguas los Tres Aguillóns, tres aguzadas rocas que desafían la indomable bravura de los dos mares.
Este impresionante conjunto geológico fue citado, ya en el siglo II, por el griego Ptolomeo, que los llamó "Trileuco" (Los tres blancos), quizás a causa de la blanca espuma que bate sin descansos en estos islotes.
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